Un grito indígena más fuerte que el del gol

El domingo a las 5 a.m. fue el pitazo inicial. Todos se empezaron a alistar para el gran fogueo. Con tacos y uniforme en mano a las 9 a.m. caminaron hasta la cancha en el centro del pueblo. Mientras terminaban de preparar el terreno de juego conversaba con algunos sobre la importancia de la Copa Indígena. Jóvenes y adultos coinciden en que es una gran oportunidad para ser visibles, para que el país les reconozca la riqueza de su cultura y el aporte que hacen para el desarrollo de todo el país.

Llegó la hora. Los técnicos los mandaron a uniformarse para calentar y afinar la estrategia.

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Sofía Quesada Chavarría
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